El Espasmo del Sollozo es una entidad frecuente en la práctica pediátrica,
donde algunos niños al llorar ante un
susto o sorpresa producen un cese momentáneo de la respiración y comienzan a
ponerse cianóticos (azulados), especialmente alrededor de los labios; se ponen
rígidos, pierden la conciencia e inclusive pueden presentar convulsiones de
corta duración. Después de algunos minutos el niño está totalmente normal y
sigue su actividad diaria, mientras los padres quedan angustiados y confusos.
Pueden ser simples espamos cuando
solo hay cambio de color sin pérdida de la conciencia y severos cuando además cambia su tono muscular y hay pérdida de la
conciencia. De acuerdo al color de la piel se clasifican en cianóticos o
pálidos.
Le ocurre a un 5 % de todos los niños sanos, iniciándose frecuentemente
entre los 6 y los 12 meses de vida; en la gran mayoría de los casos desaparece
antes de los 6 años de edad. Más frecuentemente se presenta entre el año y los
dos años de edad. Uno de cada cuatro niños con espasmo del sollozo tiene un
familiar directo que lo padeció en la infancia.
Si su hijo sufre un espasmo de sollozo (deja de respirar; su cara se
vuelve azul, morada o blanca; y se desmaya por un tiempo breve), mantenga la
calma y:
- Retire los objetos que el niño tenga en la boca.
- Colóquelo de lado y retire los objetos con los que se pueda golpear.
- Mantenga un ambiente bien ventilado.
- No intente detener el espasmo.
- Háblele suavemente.
Aunque no son perjudiciales, al presentarse el primer espasmo de sollozo
de su hijo deberá consultar con su pediatra, ya que estos deben diferenciarse
de otras patologías como de un primer episodio
convulsivo, un síncope, entre otras.
Si un niño tiene varios espasmos del sollozo al día es probable que se
esté manejando conductualmente de forma equivocada, algunos lo utilizan como forma inapropiada de comunicación.
No precisan tratamiento. Es muy importante que los padres simulen indiferencia cuando sospechen que el llanto de su hijo puede acabar en un espasmo para que así el niño no perciba ansiedad en el ambiente y eso refuerce su actitud de querer llamar la atención (esto sucede en las formas cianóticas desencadenadas por frustración)
Los niños pueden superar los espasmos de sollozos si llegan a
desarrollar habilidades para sobreponerse a las situaciones estresantes. Al
mismo tiempo, los padres se enfrentan al reto de encontrar una manera de educar
al niño para que no se provoque otro espasmo más allá de ser testigos de estas
situaciones.
El pediatra puede facilitar el logro de este delicado equilibrio
ayudándoles a usted y a su hijo a encontrar mejores estrategias para enfrentar
estas situaciones. Procure no ceder ante las rabietas y el comportamiento
obstinado; los niños necesitan límites y
normas para sentirse seguros y mantener un equilibrio emocional.
NO
se debe golpear al niño, moverlo violentamente, agarrarlo por los pies y
sacudirlo, darle respiración artificial, sumergirlo en agua fría, entre otros.
Autora:
Dra. Ruth Meneses